Consejos prácticos.
El embarazo te transforma por completo, y la piel no es una excepción. El cuerpo, desbordante de hormonas, puede hacer que tu rostro muestre un comportamiento caprichoso. A veces más tersa, a veces reseca como un desierto. Pero con cuidados, se mantiene radiante.
¿Más grasa o más seca? Cada embarazo es un universo.
Entre los primeros cambios, una piel extremadamente oleosa o desértica. ¿La causa? Esas hormonas traviesas, el estrógeno y la progesterona, principalmente. Algunas tendrán brotes, otras una piel tirante, casi descamando.
Lo esencial: adaptar tu rutina a las necesidades de tu piel. Si es grasa, nada de excesos. Si está seca, hidrata bien. Pero nada que la deje más vulnerable.
Piel más sensible, algo normal.
Tu piel puede volverse más sensible. Lo que antes soportaba sin problemas, ahora le causa molestias. Todo por esas hormonas que debilitan la capa protectora.
Busca productos más suaves. Calman y refuerzan la capa inferior para mantener la piel tersa. Nada de cremas con químicos que empeoren las cosas.
Lo natural siempre será tu mejor aliado.
En el cuidado de la piel, importa la calidad y la inocuidad de los productos. Muchos contienen conservantes, surfactantes y perfumes artificiales que irritan la dermis.
Mi consejo: lo más natural posible. Opciones suaves son ideales.
Un rostro sano refleja la armonía interior.
El cambio en el embarazo es inevitable; los cambios en la piel, parte de ese proceso mágico. Escucha a tu cuerpo, a los susurros de tu piel. Busca productos que cuiden y te aporten serenidad.
Recuerda, no solo te beneficia a ti. Los productos naturales también ayudan al planeta. Todo está conectado; cuando uno florece, el otro también lo hace.